Querida Bruja:
A ti, que tal vez no sabes que lo eres, pero que aun así, sonríes al leer ese nombre antiguo, misterioso. A ti, que cada día, celebras la vida y la creación de todas las maneras que puedas. A ti, que sueñas con lugares prodigiosos de tu imaginación. A ti, que cantas y fotografías, que dibujas y pintas, que cocinas y creas en todo lo que haces. A ti que eres madre y esposa, a ti que eres soltera y poderosa, a ti que cada día te recuerda el valor de lo femenino que vive en tu espíritu, de esa libertad para crear y construir mundos. A ti, que ahora mismo lees esto y escuchas el llamado misterioso, como yo lo escuché desde que nací. A ti, que sonríes, muy despacio y recuerdas tus noches de luna, de pie mirando la noche, los brazos levantados hacia la oscuridad, el viento acariciando tu rostro. A ti, que por años te has preguntado cuál es el secreto que esconde tu mente; por qué la tierra conoce tu nombre; por qué el fuego te hace creer y confiar; por qué el mar susurra en paz cuando lo escuchas. A ti, que estás en pleno descubrimiento.
A ti, bruja querida, te dedico esta carta para celebrar nuestra vieja historia y las que han de venir.
Porque tú, que me lees, que ahora mismo quizás ríes en voz alta, eres la heredera de una historia más vieja que ti misma. Porque tú, que asumiste el poder de construir cada respuesta, de buscar tu propio nombre, eres hija de la Diosa. Como las mujeres del bosque, que bailaban desnudas para celebrar la divinidad en sus cuerpos. Como la curandera que recibía en su casa al perdido, la madre que acuna a su hija en brazos y conoce el poder de crear. Porque tú, hija, madre, mujer, anciana, joven, eres todos los rostros de lo sagrado, de lo extraordinario que habita en ti como un sueño. Eres la hija que hoy mira al cielo para encontrar respuestas, pero antes miró su corazón. Y las encuentra.
Y eres tú, bruja querida, que recorriste caminos extraños, que te sentiste incómoda y cansada, quien recibe la bendición de la Diosa. Eres tú, bruja amada, la sin nombre, la que hoy construye su propia manera de mirar su historia y su futuro. Eres tú la bruja actual, la que decidió serlo, la que se enfrentó a años de odio y temor. Tú bruja, que creciste en una cultura que castiga tu nombre, que odió tus orígenes, eres hoy la que levanta el rostro para escuchar el viejo llamado. ¿Lo escuchas verdad? Cada día, en cada cosa que haces. Ese poder antiguo que te hace recordar el poder de lo sagrado en ti. Eres tú, la hija de la Diosa, la que se mira al espejo para reconocer su propia sabiduría, la que admite su propio poder, la que rechaza la imagen peyorativa del saber femenino. Eres tú bruja, la que camina en el mundo con el pecho lleno de luz y belleza, ésa que conoce su valor. Eres tú, hija de Diosas antiguas, creadora por derecho divino, la que baila alrededor del fuego que nace y que muere, para recordar el poder creador.
Es a ti, bruja, a quién te llamo. A ti que ahora me lees y escuchas en tu mente ese poder enorme que es parte de ti incluso cuando no lo sabías. A ti, que eres lo que las brujas de épocas pasadas soñaron: Una expresión de libertad, del poder salvaje y natural que te crea, que es parte de tu voz y de tu espíritu. A ti te llamo para que nunca olvides el poder de tu voz interior, para que crees magias aunque creas que no sabes hacerlo. A ti, bruja, la hija de eras perdidas, te llamo para que celebres el nombre de la Diosa, la Luna y el sol, tu nombre y tu historia. Porque eres el sueño de cien eras perdidas, eres la Diosa renacida. Eres el poder del tiempo que creció para soñarte, para esperarte. ¿Lo puedes imaginar? Las brujas de pie en el bosque, mirando el infinito, soñando con un tiempo que no podían comprender. Soñando con épocas futuras que apenas podían predecir. Y levantaron los brazos, para desear que el viento cuidara de las que vendrían, que la Tierra les hablara de su historia, que el agua susurrara su nombre y el fuego purificara su esencia. Y fue a ti, querida bruja, a quien encontraron en medio de la noche, más allá del parpadeo del infinito. Fue a nosotras que hoy somos sus herederas, el tiempo que nace y muere, el ciclo infinito. La Diosa hecha mujer. Para crear, para esperar y para levantar los brazos, más allá de todo tiempo y reconocerte como parte de tu propia historia.
Busca tu propio poder, encuentra propósito y sentido. El nombre, ya lo tienes. Siempre lo has sabido. Bruja, por la Luna. Bruja, por la sangre, bruja por cada sueño roto y construido. Bruja por ese ideal que femenino que cada una de nosotras encarna, que sueña con el poder de los ojos de la mente. Eres, el futuro de un pasado mágico. Eres la Tierra y eres el pensamiento divino hecho mujer y poder creador.
Eres hoy, la bruja que nace. La bruja que danza el viejo baile de las estrellas. Eres la hija de la Luna, eres el recuerdo de mil eras de poder. Que nada te aferre, nada te ate. Elévate libre bruja, más allá de todo dogma y busca el sentido de tu voz interior. Eleva las manos al Infinito y recuerda que antes de nacer, la Diosa te soñó. Quizás en una noche sin estrellas con la Luna muy brillante. Eres la bruja, eres el poder de la magia. Eres el rostro de la brujería. Levanta las manos y recuerda la historia que hoy espera por ti.
Danza bruja, y recuerda, que eres la hija del viento, heredera de la Tierra, sueño de las estrellas.
Que sonríen para ti.
Te quiero sin conocerte, hija de mi tribu. Sueña con las eras por venir.
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